-Dragones no existen- leyó en voz baja mientras pensaba que la portada
de ese libro era mentira. Marla con solo 15 años era una chica corriente con
intereses poco comunes. Gustaba de leer, de tocar guitarra, jugar ajedrez,
escuchar música y en especial la que fuese caótica, aunque siempre dependía de
su estado de ánimo, también era buena para conversar, mala para dibujar, de
sonrisa fácil y ojos vivos, sus intrínsecos gustos hacían de ella alguien con
quien siempre podías tener algo que hablar, había algo que muy pocos sabían de ella y era que le gustaba
cocinar, aunque no que probaran su comida.
Dejando el libro en el estante
donde lo encontró emprendió marcha a su casa, aquellos pasos que tuvo que dar
para cruzar la puerta principal fueron más que suficientes para despertar a José,
el nieto de don Raúl quien era dueño de la tienda, José estaba reemplazando a
su abuelo mientras el atendía unos asuntos con sus proveedores.
-Chao Marla, algún día deberías comprar un
libro- restregándose los ojos sonrió burlón.
- Chao José, algún día deberías leer un libro, no le hace mal a nadie y estas casi todo el día aquí- elevo su mano por encima de las barras detectores con un libro agarrado -lo devolveré, siempre lo hago- sonrió y siguió caminando. José respondió la sonrisa y puso sus audífonos en las orejas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario