Marduk por su parte esperaba custodiando el equipaje y maldiciendo por tener que dormir otra vez al aire libre con Igur al que odiaba y a Gron al que no entendía porque un perro tendría más privilegios que él.
El lugar indicado había sido encontrado por Igur quien volvió por Marduk y silbo por Gron. Los 3 caminaron el resto de metros, sin recoger palos, pues esa noche no habría fogata, a los rezongos de Marduk por el frío que tendría que soportar Igur respondió - hacer fogatas en estas montañas de noche es de locos, ya bastante arriesgado es cruzar de día, acampar roza lo estúpido y estas bajo mi custodia, así que se ara como yo quiera-, sentenció. Montaron el campamento más rápido de lo esperado y Igur ofreció agua recolectada al comienzo del día de unos cactus cortados en el pie de la montaña, pues no se arriesgaba a dejar muchos rastros detrás suyo, junto con el agua los restos de un pan duro y la pierna de un conejo cazado por Gron, además de los interiores que eran para el mitad wargo. Cenaron en calma, custodiados por el silencio, en aquellas desoladas montañas nadie se atrevía a molestar a lo que fuera que hubiera tras la espesura de la noche con ruidos que pudieran alterar el ego de lo superior. Terminada la cena, Igur decidió dejar dormir a muchacho dentro de su tienda junto con Gron, mientras él realizaba el primer turno de guardia, luego lo seguiría Marduk y la última jornada para Gron, de esa forma con algo de suerte emprender el término del viaje sin incidentes.
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