Se encontró caminando cuando el astro rey no estaba
presente, la ciudad se sumía en una oscuridad apenas atenuada por los postes,
aquellas luces que ofrecían seguridad. La neblina que invadía aquellas calles
se mesclaba con el humo de chimeneas que no subía hacia el infinito, si no que
permanecía bajo, haciendo dificultoso respirar, picando la nariz con su olor e
impregnando la ropa al andar, también poniendo a prueba la mente del chico, que
ante la escasa visión tenía que mantenerse cuerdo ante las malas pasadas que su
mente le podía jugar, tras aquella neblina se ocultaba un destino fiero e incierto.
En su marcha estaba
la decisión de llegar al hogar, cobijarse bajo el calor que sus sabanas
ofrecían, bajo el techo y el resguardo de su habitación. Si bien el camino por
el que transitaba era rutinario, aquella noche de conversación oscura y alcohol
compartido en la casa de sus colegas habían comenzado a gestar el principio de
la psicosis, aquella que altera los sonidos de la realidad, adaptando todo para
crear el terror en el ser, perturbación maligna con la que luchó tiempo atrás,
cuando la noche y la calle ofrecía la misma visión y en la que la imaginación
jugaba la misma pasada.
Repasó todas las formas de pelear que sabía, recordó cuanto
pudo de los videos que mostraban llaves para inmovilizar a los oponentes, el
miedo era latente. Mientras caminaba, a
su costado en la calle, pasaban
escasamente autos con choferes somnolientos, aquellos ruidos eran los únicos que
hacían la diferencia entre realidad y sueño.
Luego de 10 minutos
caminando en línea recta, se encontraba a la mitad del camino, todo el
trayecto hasta ese momento había pasado sin pena ni gloría y el esperaba que el resto que le
quedaba ocurriese igual. En el rítmico andar, se ocultaban las historia que iba
creando conforme avanzaba, la mejor forma que tenía para dar la impresión de
que el camino iba pasando rápido.
El primer vestigio de actividad era un lugar de comida rápida.
Abierto a esas horas de la noche, sin lugar a dudas era una alternativa para
cesar su viaje, alimentarse, reposar y porque no, conversar. Reviso sus
bolsillos y calculo cuando tenia en monedas. Dedujo que no era suficiente ni siquiera
para un completo de los simples. Se sumió en la más triste de las penas, el
hambre ganaba territorio en su estómago y sin embargo no era posible para él
comprarse algo.
Decidió pasar de largo y vio que había gente en el interior.
Pensó que de no ser por lo tomado pudo haber estado ahí, sentado como uno más de ellos. Siguió
caminando y voces comenzaron a surgir, voces que no tenían cuerpos, la neblina
y la densa capa de humo ganaba a la visión. Sintió temor porque no entendía las
palabras y porque no veía quienes estaban adelante o al costado, pero aun así
siguió caminando y descubrió que eran 2 jóvenes, que caminaban deprisa, urgidos quizás por llegar a su propio destino.
Las pocas cuadras que quedaban, hacían morder el ansía y
acelerar el paso. Llegando a la esquina extrañamente pudo divisar su casa, la
neblina y el humo no habían rellenado aquel punto de la ciudad, a pesar de la
intriga por el echo, la sonrisa se le dibujo en el rostro, ya pensaba en el calor
del hogar.
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