Armado de una espada en su mano izquierda creada por el herrero del momento, de un escudo en su mano derecha, protegido de un yelmo, una coraza, unos pantalones revestidos de placas y unas botas algo roñosas, todo ello era de la mejor calidad en el reino.
Él tenia la fe que sus implementos eran perfectos para la batalla campal en la que se hallaba. Millones de guerreros unidos por un solo botín, su deber, conseguir la mayoría de las reliquias dignas y coronarse el campeón, solo de esa forma podría alardear frente a las princesas y doncellas.
Cuando el caballero anfitrión y heredero por derecho del botín dio el visto bueno, todo los presentes sintieron el calor, ese calor que solo la batalla te puede ofrecer, aquel que hace latir tu corazón y te llena de vida. Todo estaba listo, la euforia no se podía contener más, entonces los divinos dioses se acercaron y entre ellos uno portaba la lanza, la lanza que daría comienzo a todo.
En el cielo se pozo una exorbitante nube que cubrió gran parte del campo donde aglomerados estaban los valientes. Solo vasto un sutil toque de uno de los dioses, custodiadores de sus hijos, para dar comienzo a la sangrienta batalla.
Él tenia la fe que sus implementos eran perfectos para la batalla campal en la que se hallaba. Millones de guerreros unidos por un solo botín, su deber, conseguir la mayoría de las reliquias dignas y coronarse el campeón, solo de esa forma podría alardear frente a las princesas y doncellas.
Cuando el caballero anfitrión y heredero por derecho del botín dio el visto bueno, todo los presentes sintieron el calor, ese calor que solo la batalla te puede ofrecer, aquel que hace latir tu corazón y te llena de vida. Todo estaba listo, la euforia no se podía contener más, entonces los divinos dioses se acercaron y entre ellos uno portaba la lanza, la lanza que daría comienzo a todo.
En el cielo se pozo una exorbitante nube que cubrió gran parte del campo donde aglomerados estaban los valientes. Solo vasto un sutil toque de uno de los dioses, custodiadores de sus hijos, para dar comienzo a la sangrienta batalla.
Así fue como a los ojos del pequeño Oliver con tan solo 6 años transcurría su primera piñata en el primer cumpleaños al que era invitado.
jajajja buen desenlace =) te posteo ya que encontré tu blog en en chilecomparte, saludos!!
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